Humo negro

Seguiré compartiendo lo que es vivir con ansiedad y depresión porque me parece importante, aunque sé que puede ser incómodo, incluso preocupante para algunas personas, por lo que antes de comenzar este post, me gustaría decirles que estoy bien, que estoy medicada y que mi día a día es sólo la realidad que miles callan. Lo que escribo es porque creo firmemente que es necesario un contrapeso en las redes sociales, donde la “curaduría” de las vidas que se comparten crea una ficción inalcanzable que puede hacer mucho daño. Lo hago porque aunque me cuesta trabajo desnudar pensamientos tan íntimos, me parece que hace falta honestidad en estos medios (y en el mundo). 

Hoy estoy cansada. Las fiestas decembrinas son un verdadero reto para personas con ansiedad y depresión y de entrada abrazo a todas aquellas que sobrevivieron este mes. 

Hoy estoy cansada. Platicando con Adán, le dije que toda la vida he sentido que no hago nada. Mi percepción de mí es de alguien floja que podría estar sentada todo el día viendo tele o leyendo un libro, alguien que nunca está haciendo realmente nada. Lo siento a pesar de en este momento estar terminando un doctorado, tener dos trabajos más, administrar una página feminista -emocionalmente agotadora- y un toddler en casa. Lo sentí al terminar la licenciatura, mientras hacía tesis, servicio social, trabajaba y aprendía portugués. Lo sentí toda la maestría mientras también tenía un trabajo y entrenaba para maratones. Lo sentía de niña, de adolescente. Es un fantasma que me persigue por la vida. Parece que haga lo que haga nunca será suficiente y eso a veces me aterra. 

Me abruma pensar que no soy una buena amiga, una buena persona, hermana, hija, esposa, madre, que  nunca seré suficiente. Estos pensamientos invasivos también son parte del TOC y una aprende a vivir con ellos, a calmarlos un poco e incluso a ignorarlos de vez en cuando.

Hoy estoy cansada y una fantasía que me persigue cuando me siento así es que algo, lo que sea, me ponga en un estado de coma un par de semanas, incluso meses, para poder “descansar” sin culpa, sin ese sentimiento de tener que estar haciendo algo constantemente, de ser productiva: escapar del humo negro de la insuficiencia.   

Y ahí está la palabra clave: productividad. A veces pareciera que es todo lo que debemos ser para este mundo. Es como un humo negro que todxs respiramos sin poderlo evitar. Sé que parte de la salud mental se ve afectada justo por esa visión trastocada que nos invade aunque luchemos contra ella, ¿pero cómo escapamos de un sistema que lo devora todo? ¿Cómo nos alejamos de ese humo sin límites?

Hoy estoy cansada y espero que mañana sea un día diferente y que ese humo quede exiliado de la mente –la mía y la de todas las personas que lo sientan– hasta desaparecer. 

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