Habitar la contradicción: una cartografía interior

Este proyecto soy yo.

Existe porque no tiene otra opción. Es lanzado al mundo para tratar de enunciar las ideas que me habitan, me forman y me producen día con día y a las que deseo otorgar salida. Su formación ha dado vueltas en mi cabeza por años, en los que de forma errática he escrito sobre las diferentes contradicciones que me habitan, sin reconocerlas como tales, y hoy siento que debo por fin nombrarlas como paradojas inexorables de quién soy. 

Me inspira, para esto, la autora Roxane Gay, quien publicó una colección de ensayos donde se nombra una “mala feminista”:

“I embrace the label of bad feminist because I am human. I am messy. I’m not trying to be an example. I am not trying to be perfect. I am not trying to say I have all the answers. I am not trying to say I’m right. I am just trying—trying to support what I believe in, trying to do some good in this world, trying to make some noise with my writing while also being myself: a woman who loves pink and likes to get freaky and sometimes dances her ass off to music she knows, she knows, is terrible for women and who sometimes plays dumb with repairmen because it’s just easier to let them feel macho than it is to stand on the moral high ground.”

Roxane gay, Bad Feminist (2014)

Como mujer, académica y escritora feminista, estas palabras viven en mi cerebro sin pagar renta desde el día que las leí y vuelvo a ellas constantemente. Me reconocí en ese momento, y ahora aún más, como una “terrible feminista”. Soy una feminista que no se reconcilia con su cuerpo, que vive haciendo dietas y alimentando desordenes alimenticios. Soy una feminista que no reconoce sus propios logros como verdaderos o dignos de ser presumidos. Soy una feminista que va a ver absolutamente todas las películas, gifs, reels y memes donde aparezca Henry Cavill. Soy una académica feminista que disfruta novelas románticas y ver películas que harían temblar a Bechdel. Soy una madre feminista que ha luchado con la contradicción de la maternidad que me ofrecieron con la que deseo otorgar, de amar a mi hijo, pero odiar el sistema en el que se nos obliga a maternar y tratar de reconocer dónde están las líneas de ese mapa particular. Soy una feminista adulta que aún no tiene idea qué quiere hacer en la vida cuando sea grande, ni cómo lo va a lograr.

He ahí el nombre de este pequeño proyecto: habitar la contradicción. Aquí estoy yo. La paradoja es mi punto fijo en el mapa. 

Este proyecto soy yo, una cartografía de mí, que quiero publicar dado que  la herramienta más poderosa que tengo como escritora no es el talento con las figuras retóricas ni ser erudita del lenguaje. No es la capacidad innata de sentarme horas frente a una pantalla para crear historias perfectas donde aparezca una pistola en la página 25 que se detonará en la 50 para darle gusto a Chejov. Tampoco son las redes que he fallado en tejer  con las personas conectadas a la cultura en mi país. La herramienta más poderosa que tengo es la capacidad de compartirme a mí misma, lo que soy, las discordancias que viven en mí. Esto sólo lo puedo hacer a través de las palabras.

Este proyecto, además, nace porque creo que las personas que deseamos vivir de la escritura –o cualquier tipo de arte– hacemos frente a un mundo donde el abismo nos aplasta: caímos en él y escapar a veces parece imposible. En México, mi país, existen diferentes mecanismos para poder subsistir como personas creativas, la mayoría de las cuales mantienen al margen de la precarización (en el mejor de los casos) a quienes se les otorgan becas o trabajos gubernamentales de honorarios. Algunas personas afortunadas cuentan con otros ingresos, como apoyos familiares, renta, herencias o, hay que mencionarlo, un capital social que ahora les nombra como nepo babies, que les permite dedicar su vida a lo que quieren sin temor a vivir en la calle el próximo mes.* Por ello, uno de mis deseos con este proyecto es también encontrar la manera de subsistir del simple hecho de teclear ideas, historias, discusiones, paroxismos y disparates para que alguien más los pueda leer, es encontrar una grieta en el abismo, por más pequeña que sea.

En esta página encontrarán algunos de mis escritos, otros los he borrado, desaparecido para siempre por el simple hecho de no soportarlos. La censura es un cuestionamiento permanente en mis textos, ¿cuándo he compartido demasiado?, ¿cuándo pesan más los juicios ajenos que mi objetivo?, ¿cuándo la incomodidad propia y extraña  me supera?, ¿cuándo pone en riesgo mis ingresos principales por vivir y laborar en lugares esencialmente conservadores?

¿Cómo puedo lidiar con las traiciones de mi memoria? 

Este proyecto, entonces, soy yo. Es escritura. Es un intento de salir a la superficie por medio de las letras y compartir la contradicción en la que habito. Es crear un mapa del laberinto, o quizá, invitar a más personas a visitar el centro. A veces seré Dédalo, otras el minotauro o Ariadna o su cabello. Espero, eso sí, nunca ser Teseo, porque mi interés no es matar monstruos, sino liberarlos.

* Disclaimer: por supuesto que lo anterior no implica la realidad de cada una de las personas dedicadas a la cultura, ya que existen un sinfín de métodos, medios y caminos para dedicarse a una vida creativa. Los medios por los que cada quien logre vivir de su arte no determinan el valor ni la calidad de la obra o la persona artista y jamás sería mi intención sugerirlo. 

** Disclaimer del disclaimer: escribo algunas palabras en otras lenguas, como inglés, porque también soy una terrible feminista decolonial. 

*** Disclaimer de los disclaimers: sí, me disculpo a priori, porque  –como confesé una y otra vez– soy una pésima feminista.

Wordpress Social Share Plugin powered by Ultimatelysocial
FbMessenger
Instagram