Se llamó Valeria y su vida quedó a orillas del Río Bravo. Su papá, Óscar, la debió agarrar tan fuerte que sus cuerpos quedaron como amarrados por la playera que traía puesta. Ella aún no conocía lo que eran el peligro, las fronteras, las guerras o el nacionalismo. Sólo sabía que del otro lado del agua estaban mamá y papá y los quería alcanzar.
Veo los zapatos de Valeria que estaban tan bien puestos que aguantaron la corriente. Los mismos con los que recorrió todo México huyendo de su tierra. Me imagino el terror de la madre al ver que la niña brincaba a las fauces del río. Cuánto dolor del que estaba huyendo y al que se fue a encontrar.
Luego, estamos lxs demás de este lado de una frontera que no tiene que ver con la geografía, sino con el privilegio. Cómo intentamos justificar lo que nuestros ojos ven desde un monitor. Que sí es culpa del presidente de acá, allá o acullá, que si los padres eran irresponsables, que si huían de la tragedia… tecleamos esto viendo la foto desde arriba, lejana, como si fuéramos intocables.
Me duele la foto y me pregunto si tengo derecho a sentir ese dolor, si tenemos derecho a seguir con las manos y consciencia limpias. Porque estamos aquí, de este lado de la frontera mientras otros seres humanos están viviendo el fin del mundo.
Realmente desgarrador, me dolió y me duele muchísimo, llore y se que eso no cambia lo que estamos viviendo, hermoso lo que escribes, cierto y sumamente doloroso 😪😪🙏🙏